Sin embargo, sin escucharlo, el primero se acerca a la mujer y comienza a hablarle y preguntarle sobre su vida y sus costumbres.
Le pregunta cómo se llama, qué es lo que hace, cuántos años tiene, si puede acompañarlo a caminar por la isla…
La mujer escucha cada pregunta sin responder ni dejar de lavar la ropa, hasta que finalmente le dice al hombre que las costumbres de su pueblo prohíben a toda mujer soltera hablar con un hombre, salvo que éste manifieste la intención de casarse con ella. Aún en ese caso, el pretendiente debe hablar primero con su padre, que es además el jefe de la comunidad.
El hombre la mira y le dice:
- Está bien. Llévame ante tu padre. Quiero casarme contigo.
El amigo, cuando escucha esto, no lo puede creer. Piensa que es una broma, un truco de su amigo para entablar relación con esa mujer. Y le dice:
- ¿Para qué tanto lío? Debe haber cantidad de mujeres más lindas en el pueblo. ¿Para qué tomarte tanto trabajo?
El hombre le responde:
- No es una broma. Me quiero casar con ella. Quiero ver a su padre para pedir su mano.
Su amigo, más sorprendido aún, insiste:
- ¿Estás loco? ¿Qué le viste? ¿Qué te pasó? ¿Estás borracho? Quizás el sol de alta mar te hizo daño.
Pero el hombre, como si no escuchase a su amigo, sigue a la mujer hasta el encuentro con el jefe de la aldea.
El hombre le explica que había llegado recién a la isla, y que viene a manifestarle su interés de casarse con una de sus hijas. El jefe de la tribu lo escucha y le dice que en esa comunidad la costumbre es pagar una dote por la mujer que se elige para casarse.
Le pregunta cómo se llama, qué es lo que hace, cuántos años tiene, si puede acompañarlo a caminar por la isla…
La mujer escucha cada pregunta sin responder ni dejar de lavar la ropa, hasta que finalmente le dice al hombre que las costumbres de su pueblo prohíben a toda mujer soltera hablar con un hombre, salvo que éste manifieste la intención de casarse con ella. Aún en ese caso, el pretendiente debe hablar primero con su padre, que es además el jefe de la comunidad.
El hombre la mira y le dice:
- Está bien. Llévame ante tu padre. Quiero casarme contigo.
El amigo, cuando escucha esto, no lo puede creer. Piensa que es una broma, un truco de su amigo para entablar relación con esa mujer. Y le dice:
- ¿Para qué tanto lío? Debe haber cantidad de mujeres más lindas en el pueblo. ¿Para qué tomarte tanto trabajo?
El hombre le responde:
- No es una broma. Me quiero casar con ella. Quiero ver a su padre para pedir su mano.
Su amigo, más sorprendido aún, insiste:
- ¿Estás loco? ¿Qué le viste? ¿Qué te pasó? ¿Estás borracho? Quizás el sol de alta mar te hizo daño.
Pero el hombre, como si no escuchase a su amigo, sigue a la mujer hasta el encuentro con el jefe de la aldea.
El hombre le explica que había llegado recién a la isla, y que viene a manifestarle su interés de casarse con una de sus hijas. El jefe de la tribu lo escucha y le dice que en esa comunidad la costumbre es pagar una dote por la mujer que se elige para casarse.